En la obra de Maria Sibylla Merian no hay representaciones miméticas y científicas, sino observaciones naturales de una artista. Aunque ella extrae sus motivos de la naturaleza, se trata, en realidad, de composiciones complejas. Sus grabados no tienen nada que ver ni con documentación científica ni con la naturaleza muerta barroca. Si bien los bodegones del siglo XVII, con su meticulosidad en los detalles, revelan un amor especial por lo aparentemente insignificante y generan la sensación de cierta afinidad con Merian en ese sentido, sus trabajos se diferencian por la simple razón de que logra, de manera completamente propia, liberar a la naturaleza de cualquier significado establecido.
Nuestra selección del libro Metamorfosis de los insectos surinameses (1705) comienza con una cautivadora imagen del ananá y cierra con la de una mariposa grandiosa que, a modo de marco visual de América del Sur, compila un universo vegetal como nunca antes la Europa barroca lo había visto. Para quienes encontraban la prueba racional de la existencia de Dios en las maravillas de su creación, podría haber sido un libro sagrado. Sin embargo, ella misma, en su introducción, expresa el objetivo de su trabajo: "Para la producción de esta obra no me guie por las ganancias (?) sino para dar gusto y placer tanto a los conocedores del arte como a los amantes de los insectos, y me sentiré feliz al escuchar que logré mi objetivo y, al mismo tiempo, provoqué alegría en alguien."