La columna vertebral de esta obra es la covid-19 , que atraviesa cada uno de los relatos como vacuna obligatoria. Pero lo sobresaliente radica en que Vizcaíno plantea problemáticas que están presentes en cualquier momento de nuestra existencia. No solo está el drama de una familia con el cadáver de la abuela en casa , sino el reconocer la tristeza del padre cuando las palabras cobran sentido; más allá del tedio de pasar 24/7 con quienes amamos, se encuentran los malos pensamientos que convocan a tener pesadillas con los ojos abiertos; la desconfianza de una mujer que ve afectado su negocio por la pandemia, pero siempre ha vivido con el alcoholismo de su pareja. Que no se mal entienda. No se trata de parábolas ni textos moralizantes, sino de hurgar en nuestras miserias. La vanidad y el ego por definir coronavirus como un ecuatorianismo, cuando las palabras no alcanzan, o el deseo salvaje de matar lo que más queremos cuando se ha perdido el habla, porque "perder el lenguaje es perderlo todo", como Vizcaíno escribe en "Un goce cercano a la muerte". Hay espacio para lo espiritual en "Bird",donde el coqueteo toma forma ante el movimiento de la música y la danza; pero también está lo carnal en "El huésped"que se sale con la suya y hace del sofá un nido de lujuria, o quedan unas ráfagas de esperanza cuando una doctora que ha perdido la noción del tiempo empatiza con sus atendidos sin importar los códigos galenos. En definitiva, cuentos que son mucho más que un bosquejo de las complejidades que hoy por hoy nos acechan y asechan desde lo externo, pues el encierro personal de cada uno tendrá su punto de encuentro en alguno de los textos.