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José Manuel Bernal, tras una vida como dominico dedicada al estudio y a la docencia de la liturgia en las instituciones más prestigiosas, decide casarse y emprender una vida familiar. Un nuevo inicio, no sin padecimientos, que, no obstante, no le aparta de la fe, ni de la Iglesia, ni de su interés por la liturgia, ni de su estima por la Orden de Predicadores, y que lo lleva a vivir intensamente la familia y el compromiso laboral, político y ciudadano. Como una unidad, como un camino de respuesta a la llamada de Dios. Una buena aportación, sin duda, a la imprescindible reflexión de nuestra Iglesia sobre el sacramento del orden y el servicio a las comunidades
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