Las nociones de terrorismo, modernidad, burguesia y democracia conviven pacificamente en el transito de los siglos XVIII a XIX. El primer acusado en la Historia de terrorista, esto es, de ser un agente o partidario del regimen del terror (segun reza el diccionario de la Academia Francesa de 1798, que inaugura el termino), no fue ni un anarquista, ni un comunista, ni un neonazi, ni un abertzale, ni un yihadista, sino el neonato Estado liberal frances, la primera democracia moderna de Europa. Con esto muy presente y con Espaa hecha un barrizal tras la invasin napolenica, en 1816 un grupo de espaoles urdi un plan para convertir su Reino, aburrida cocinilla de Dios, en Estado, flamante mquina humana. Entre ellos haba algn prohombre de la resistencia contra los franceses y algn lder de la guerrilla, pero la mayora eran militares degradados sin ms muda de ropa que el uniforme, exguerrilleros vueltos mendigos, sastras cuyas confecciones eran censuradas por la Iglesia y poetas cansados de neoclasicismo y por ello ninguneados en las imprentas ilustradas. El plan no consista ni en un pronunciamiento, ni en un motn popular, ni en una conjura palaciega, ni en una revolucin a la francesa. Lo que la historiografa dio en llamar "e;la Conspiracin del Tringulo"e; constituy una infrecuente experiencia de rebelin en la que desclasados de diversos escalones de la jerarqua social se aliaron y hasta invirtieron sus roles de clase, gnero y raza. Cristina Morales narra en Terroristas modernos el forjamiento de esas alianzas polticas inesperadas, la intrahistoria de esa subversin, y traslada los profusos conflictos de la trama al estilo literario, problematizando el lenguaje y el sustento ideolgico del lector.