|
El mes tamil de Margazhi está reservado a la oración y a la exclusiva adoración de Dios. En este mes, los devotos de Siva consideran muy sagrado el día de Ardra darshana, pues fue entonces cuando Siva, como Nataraja, apareció ante Patanjali y otros sabios. Uno de tales Ardra darshana, el lunes 30 de diciembre de 1879, es un día que se ha de recordar para la posteridad. En tal día Sri Ramana nació en Tiruchuzhi.
Era el segundo hijo de sus padres, Sundaram Iyer y Azhagammal, y fue llamado Venkataraman. Su estrella de nacimiento también fue especial: Punarvasu, la misma que la de Sri Rama.
Incluso antes de que sus labios pudieran pronunciar "madre" o "padre", tenía ya una percepción intuitiva y constante de la gloria de Arunachala, Siva. Siva es el conquistador de la muerte, y este constante pensamiento de Siva, como Arunachala, tuvo su culminación lógica en una experiencia sobre la muerte.
El 17 de julio de 1896, mientras estudiaba el décimo grado en Madurai, un repentino temor a morirse se apoderó completamente de él. No se le ocurrió buscar el consejo de los mayores, y decidió encarar la muerte y descubrir por sí mismo lo que ésta significaba.
Para dar realismo a esta investigación, se tumbó en el suelo, contuvo el aliento, cerró la boca, y los siguientes pensamientos pasaron a través de su mente en rápida sucesión. Sería mejor describirlo en sus propias palabras:
Bien, pues, me dije a mí mismo, este cuerpo está muerto. Será llevado rígido al lugar de cremación, donde será quemado y reducido a cenizas. Pero con la muerte de este cuerpo, ¿estoy yo muerto? ¿Es el cuerpo el yo? Este cuerpo está silencioso e inerte. Pero yo siento la fuerza plena de mi personalidad, e incluso el sonido del yo dentro de mí, como algo distinto del cuerpo. Soy por tanto el espíritu inmortal, nunca tocado por la muerte. Venkataraman había nacido de nuevo como sabio, firme en su sabiduría, enraizado en lo divino, hombre entre los hombres, como un canal puro del Poder Superior.
La atracción de lo divino y el encantamiento de Siva Arunachala fueron demasiado fuertes para que pudiera continuar su educación. Antes de que pasaran seis semanas tras su experiencia, abandonó su casa por su verdadero hogar, Arunachala. Dejó detrás una carta que decía:
He partido en la búsqueda de mi Padre y en obediencia a Su mandato. Esto solo es embarcarse en una empresa virtuosa. Por lo tanto, nadie tiene por qué lamentarse por este asunto.
Llegó a Arunachala el 1 de septiembre de 1896. Tal fue su estatura que Kavyakanta Ganapati Muni, un gran tapasvin, le proclamó Bhagavan, el señor encarnado, Maharshi, sabio entre los sabios, y Ramana, el dulce. Desde entonces ha sido conocido como Bhagavan Sri Ramana Maharshi.
Desde entonces permaneció en Arunachala durante cincuenta y cuatro años, hasta su Mahasamadhi, en abril de 1950. En aquel mismo momento, miles de personas pudieron ver una luz que se movía lentamente por el cielo hasta la cima de la montaña de Arunachala, y se fundía con ella, como simbolizando que Él es en verdad la luz de las luces de todo corazón.
|